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MPPU INTERNACIONAL: Llamamiento a la paz y propuestas de reflexión

DOCUMENTO DEL MOVIMIENTO POLÍTICO POR LA UNIDAD
1. LLAMAMIENTO: LA PAZ, ÚNICA POSIBILIDAD
2. CUATRO PROPUESTAS DE REFLEXIÓN: HACIA UN NUEVO HORIZONTE POLÍTICO.

El Movimiento Político por la Unidad, red internacional de políticos, universitarios y ciudadanos activos de 22 países en los 5 continentes, ante los terribles conflictos de este tiempo, se une a las miles de voces de todos los pueblos para afirmar el derecho a la paz, a la búsqueda de una solución concertada y justa que nazca del diálogo, y por esto pide: nunca más la guerra.
Hacemos un llamamiento a los gobiernos y dirigentes políticos de todo el mundo, así como a las organizaciones internacionales multilaterales, para que condenen cualquier acto de terrorismo y reconozcan el fracaso de la violencia como forma de resolución de conflictos. Instamos a los ciudadanos de todas las comunidades a actuar en todos los ámbitos para consolidar relaciones, instrumentos y procesos de convivencia entre pueblos, religiones, culturas, basados en el respeto a nuestra diversidad.
La guerra no es un instrumento político. Reconocemos, en lugar de esta, como verdaderos instrumentos de la política sólo aquellos que “cuidan” la vida, a través de la afirmación de los derechos humanos y de los pueblos, del diálogo y de la diplomacia, para la construcción del presente y del futuro de nuestra humanidad.

1. Llamamiento: LA PAZ, ÚNICA POSIBILIDAD
Ni una guerra más en el mundo, ni un hijo más para la guerra:
a través de los ojos de madres y padres, una salida política para la paz.
Ante la actual tragedia en Tierra Santa, nosotros como políticos del Mppu y como parte de la humanidad, sentimos que debemos pedir perdón a las víctimas de ésta y de todas las guerras en curso por haber hecho demasiado poco en la búsqueda de soluciones políticas pacíficas a los conflictos.
La violencia desatada por el ataque terrorista y la toma de rehenes por parte de Hamás, que condenamos enérgicamente, y la contraofensiva militar de Israel -por la profundidad de sus raíces históricas y la ferocidad con que se inició y se sigue desarrollando, por sus vínculos regionales e internacionales, y por la honda herida que nos inflige a todos como humanidad- nos obligan a hacer este sentido LLAMAMIENTO, que necesariamente se hace extensivo a todos los conflictos actuales.
Como Movimiento Político por la Unidad – una red internacional de políticos, funcionarios, diplomáticos, estudiantes e investigadores, militantes de partidos y de la sociedad civil de 22 países de los 5 continentes, comprometidos con la construcción de un mundo más fraterno, justo e igualitario – elegimos adoptar una única posición: la de la paz, la reconciliación y la transformación activa de los conflictos. Aportamos nuestra contribución con la fuerza de una experiencia permanente, en la que la política está al servicio de la unidad de la familia humana.
El conflicto de Oriente Medio ha sumido y sigue sumiendo en el sufrimiento a poblaciones civiles enteras, las familias con niños, los ancianos, discapacitados y enfermos, y -como todas las guerras del mundo- desgarra las raíces mismas de la vida humana, obstaculizando la construcción de toda convivencia.
Los actuales escenarios de guerra son desencadenados por organizaciones y gobiernos que abdican del camino de la
política y del consenso democrático, para utilizar la violencia y la opresión como medio de afirmar y acrecentar su propio poder.
Desde todas las latitudes queremos gritar con una sola voz: PAZ! para seguir “cuidando la vida” aún en medio de la violencia e invocando el derecho a la paz, en la búsqueda de soluciones concertadas y justas que surjan del diálogo.
La sociedad civil es la protagonista de este camino, démosle fuerza y herramientas.
Estamos convencidos que la visión espiritual de la vida -que va más allá incluso de los vínculos de pertenencia religiosa- y las diversidades históricas y culturales -que las instituciones políticas no pueden negar- pueden ser espacios de encuentro y reconocimiento mutuo. Las personas y los pueblos tenemos la misma dignidad: queremos y podemos vivir juntos, encontrar juntos soluciones a nuestros conflictos.

Por eso hacemos UN LLAMAMIENTO:
– A los gobiernos y dirigentes políticos de todo el mundo: apelamos a su conciencia para cesar el uso de la
fuerza y la guerra como herramienta política; el odio y la eliminación del otro no son política, son barbarie. Desde la
perspectiva de las madres y los padres, la política tiene el papel de cuidar de todos y cada uno de los hijos, de cuidar la vida. Llamamos a ejercitar la plena capacidad de advocacy internacional para trabajar juntos por el derecho a la vida y a la paz, repudiando la guerra y la instrumentalización de pueblos e individuos, así como el uso de la violencia y la extorsión.
– A las organizaciones internacionales multilaterales: Les pedimos comprometerse al máximo para lograr un alto el
fuego definitivo, para vincular jurídicamente a la aplicación de medidas para detener la guerra, para abrir canales de
mediación que conduzcan a negociaciones de paz en todos los puntos de guerra del mundo. Pedimos que prevalezca la atención a las víctimas, mediante corredores humanitarios para salvaguardar a la población civil, los niños, los
ancianos, las mujeres y todas las personas más frágiles. Exigimos el respeto del derecho internacional para la coexistencia pacífica de los pueblos y el bien común de la comunidad internacional.
– A todos los ciudadanos de todas las comunidades: tomemos conciencia de nuestra responsabilidad en la construcción cotidiana de una cultura compartida de encuentro y convivencia, de acogida y respeto recíproco. Demos voz a los niños y a los jóvenes, a las mujeres de la paz, a sus experiencias y a una nueva narrativa que pueda crecer y dar esperanza, vencer el miedo y el odio.
Pedimos a todas y todos no admitir justificaciones para la violencia, reconocer su fracaso como forma de resolución de conflictos y abrir caminos de transformación basados en el cuidado de la vida humana, de cada vida.
Queremos reconocer como herramientas de la política sólo las del diálogo, la diplomacia y el reconocimiento de
los derechos humanos y de los pueblos para construir el presente y el futuro de nuestra humanidad. La única
acción política que nos representa es la que asume un rol de “madre” incluso cuando el horizonte parece cerrarse: retoma la palabra, recomienza a tejer redes para lograr una convivencia pacífica y fraterna, a la que todos
aspiramos.

 

2. Cuatro elementos para la reflexión: HACIA UN NUEVO HORIZONTE POLÍTICO
Conocer los orígenes y las causas de los conflictos, los sujetos y los contextos actuales, las condiciones y las interacciones internacionales, las perspectivas… Resulta una operación ardua pero necesaria cada vez que un conflicto lacera la historia, porque, si bien se lo pedimos a las instituciones, también se nos exige a nosotros un paso esencial: abrirnos al diálogo, alejarnos de la polarización, desarmar ante todo nuestro pensamiento para explorar nuevos territorios.
Ninguna guerra trae el bien: para construir la paz, cada mujer y hombre comprometido con la política, ponga de
frente un nuevo horizonte de pensamiento y de acción.
Proponemos cuatro caminos.
1) En nombre de nuestra común humanidad: la violencia en el conflicto palestino-israelí, y en otros puntos de guerra en el planeta -como en Ucrania-, muestra niveles de crueldad que exigen necesariamente que vayamos a la raíz. Nuestra mirada debe reconocer, antes que cualquier otro dato, la vida de madres, padres y niños que es despedazada; seres humanos como nosotros, que experimentan un sufrimiento injustificable. Más allá de las identidades religiosas, nacionales o políticas, a menudo anquilosadas por la historia, es necesario repensar la política a través de la experiencia misma de la maternidad, la paternidad, la filiación y la amistad. Son estos vínculos esenciales, estas formas sociales originarias las que nos llaman a respetar toda vida humana. La política tiene como tarea esencial cuidar de la sociedad y de la casa común: ponernos del lado de madres y padres, hijos e hijas, hermanos y hermanas, nos guiará más allá de fronteras que hoy parecen insuperables. Debemos potenciar, por ejemplo, los caminos de paz entre madres, padres, líderes religiosos del pueblo palestino y del pueblo israelí iniciados hace largo tiempo, durante el cual han sufrido y actuado juntos. Como para cualquier pueblo, es un vínculo profundo el que une al pueblo palestino con su territorio; razones distintas y del mismo modo arraigadas valen para el pueblo israelí. En medio de esto, ambos pueblos han demostrado que quieren y pueden dar forma a una convivencia real. Es deber de sus gobiernos escucharles.

2) La voz de las mujeres y la cultura del cuidado: no queremos resignarnos a los actuales escenarios de poder dirigidos por hombres que manejan armas de toda capacidad destructiva, donde el ataque y la defensa no tienen medida. Numerosas experiencias de la historia de la humanidad han sido capaces de señalar caminos diferentes, en los que las mujeres, capaces de salirse de los marcos tradicionales, han sido con frecuencia protagonistas.
¿Por qué no centrarnos en otras herramientas, otros lenguajes y metodologías, en temas que hasta ahora han permanecido invisibles en la esfera pública, para abrir y recorrer nuevos caminos? Necesitamos más que nunca la contribución del “genio femenino”, de “alianzas igualitarias” entre mujeres y hombres que actúen juntos, para atajar de raíz la violencia que estalla. Recurrimos a las mujeres y a su cultura del cuidado y del reconocimiento, de la palabra y del encuentro, una cultura que ha atravesado los siglos, para inyectar nueva energía al cuerpo social, nuevas razones para la paz. Necesitamos escuchar la voz de las mujeres para generar la paz.

3) La guerra no puede ser un instrumento político: reconocemos el fracaso de la violencia armada para la resolución
de conflictos. Los tiempos lo exigen urgentemente: la política repudie la guerra para elaborar y adoptar nuevas
normas, nuevos instrumentos y procesos capaces de una transformación no-violenta de los conflictos. Es hora de
dejar atrás formas primitivas y fallidas de relación entre las personas, entre los pueblos. El actual enfoque belicoso está conduciendo a un grave desequilibrio que pone en peligro la sostenibilidad de la vida humana en el planeta; la enorme cantidad de recursos invertidos en la guerra supone la pérdida de recursos fundamentales a invertir para el presente y el futuro de la humanidad. Tomarse en serio el NO a la guerra significa partir de un análisis radical de los modelos económicos que -en lugar de actuar para reducir las inaceptables desigualdades que están en el origen de tanta violencia entre los pueblos- siguen multiplicando la producción de armas que alimentan horribles conflictos. Cuando la economía mata, hay que desenmascarar los intereses que están detrás de la hipocresía del mercado de armas, para una reconversión integral de la producción y las finanzas.

4) La paz como derecho – la paz como política: en nombre del derecho a la paz de todos los pueblos, no dudamos
en apoyar los desafiantes procesos de reconciliación, las prácticas de convivencia, incluso incipientes, entre pueblos
afectados por conflictos armados. Porque no basta con deponer las armas: sólo un contexto de justicia, desarrollo y solidaridad puede sostener el camino de los pueblos hacia la paz, que no puede construirse ignorando a los pueblos vecinos. Es necesario sembrar una cultura política fraterna que vaya más allá de las fronteras nacionales y promueva la amistad entre los pueblos, para llegar a “amar la patria del otro como la propia”, programa profético de política internacional indicado por Chiara Lubich . Nos comprometemos a aplicar no sólo políticas de paz, para lograr condiciones de estabilización tras los conflictos, sino la paz como política: esto significa considerar todas las políticas -sociales o económicas, culturales, así como migratorias- desde la perspectiva de la paz. El objetivo no puede limitarse a poner fin a los conflictos; en nuestras manos están ante todo las condiciones para que un conflicto no estalle en formas violentas.

Como Movimiento Político por la Unidad, nos proponemos poner todo nuestro empeño en crear, con quienes comparten este objetivo, un movimiento cultural similar al que condujo a la abolición de la esclavitud en el pasado.
La guerra no es inevitable. Si la guerra ha marcado nuestro pasado y marca este doloroso presente, ello no significa que deba formar parte del futuro. En innumerables ocasiones, las “utopías” han señalado posibilidades inexploradas, guiado procesos de humanización y abierto nuevos horizontes que se han convertido en bienes comunes para las nuevas generaciones, para toda la humanidad.
Los más de 170 conflictos que tienen lugar en estos momentos y sus consecuencias, desde Oriente Medio, a Ucrania, a Sudán del Sur, a la República Democrática del Congo, a Colombia… ponen de manifiesto la inutilidad de la guerra
como medio de resolución de conflictos. Pedimos que se detenga.

 

Para leer el documento en su formato original, con sus firmas y aclaraciones: https://drive.google.com/file/d/1N4WqAlaiYN7N0TOxHYMe55AhEpkRuqRq/view?usp=sharing